Un Corazón Sensible
Sin un espíritu sensible la persona más justa, la vida más religiosa es como la imagen de Dios sin su belleza. Así la imagen deja de ser atractiva. Es posible ser muy religioso, mantenerse firme y perseverar en todos los deberes cristianos hasta ser santificado, defender y predicar la santidad, ser matemáticamente ortodoxo, ser intachable en la vida exterior, con muchos celos para las buenas obras y todavía faltar en gran manera el espíritu sensible y tierno, el espíritu que domina todo y el amor conquistador que salía de los ojos y la voz de Jesús.
Muchos cristianos parecen llenos de frutos pero el fruto, al probarlo no está maduro. Falta sabor y apacibilidad. Hay un poco de vinagre en su santidad. Su pureza es una pureza fría. Sus testimonios son derechos y evidentes pero les falta esa calidad que derrite el alma. Sus oraciones son inteligentes, fuertes y señaladas pero les falta la misericordia penetrante de Jesús demostró cuando estaba muriendo en la cruz. El calor del verano no se encuentra en ellos. Predican elocuentemente y explican en una manera muy linda lo que es el pecado original, el perdón y la pureza pero les falta esa llama, esa caldera interior que es producida por el amor, el amor que suspira y llora y se quebranta debajo del calor, el amor que hace temblar a las persona, el amor consumidor.
El espíritu sensible hace su hogar en el seno de Jesús. Siente todas las cosas desde la perspectiva de Dios y vive a recibir y transmitir los sentimientos y afecciones de Jesús. Entiende las palabras del Espíritu Santo, “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros” La sensibilidad debe formar parte de la naturaleza y el perdón es nada más que el comportamiento de esa naturaleza.
G.D. Watson
A Tender Heart
Without tenderness of spirit the most intensely righteous, religious life is like the image of God without His beauty and attractiveness. It is possible to be very religious, and firm, and persevering in all Christian duties, even to be sanctified, and be a brave defender and preacher of holiness, to be mathematically orthodox, and blameless in outward life, and very zealous in good works, and yet to be greatly lacking in tenderness of spirit, that all-subduing, all melting love, which streamed out from the eyes and voice of Jesus.
Many Christians seem loaded with good fruits, but the fruit tastes green; it lacks flavor and mellowness. There is a touch of vinegar in their sanctity. Their very purity has an icy coldness to it. Their testimonies are straight and definite, but they lack the melting quality. Their prayers are intelligent and strong and pointed, but they lack the heart-piercing pity of the dying Jesus. The summer heat in them is lacking. They preach eloquently and explain with utmost nicety what is actual and original sin and what is pardon and purity, but they lack the burning flame, that interior furnace of throbbing love, that sighs and weeps and breaks down under the shivering heat of all-consuming love.
Tenderness of spirit makes its home in the bosom of Jesus. It feels all things from God’s standpoint, and lives to receive and transmit the spotless sympathies and affections of Jesus. It understands the words of the Holy Spirit, “Be ye tender hearted, forgiving one another.” Tenderness must be in the very nature, and forgiveness is but the behavior of that nature.
- G.D. Watson
Wednesday, September 13, 2006
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