Un varón perfecto y recto Job 2:3
Hasta Dios habló de Job como perfecto. No es que fue perfecto en absoluto en el sentido de ser juzgado por el estándar de la eternidad pero, según el estándar según la luz y conocimiento que tenía.
El estaba viviendo según todos los requisitos de Dios y el hombre hasta el punto que los entendía. Su ser estaba completamente abierto y obediente a los impulsos divinos. De acuerdo con lo que sabemos no había ninguna causa de controversia ni en su corazón, ni en su vida.
Probablemente hubiese podido adoptar las palabras del Apóstol, “de nada tengo mala conciencia”. Él se esforzaba para mantener siempre su conciencia sin ofensa hacia Dios y los hombres.
Satanás sugirió que su bondad era nada más que egoísmo: que le convenía ser como era porque Dios le había cercado o protegido y que había bendecido su sustancia. Esta sugerencia maligna fue tratada al toque por el poderoso justificador de los santos.
Es como si Dios hubiera dicho, “Te doy el permiso a privarlo de todas esas condiciones favorables por las cuales dices que él es sobornado a vivir como justo. Veremos que su integridad tiene las raíces en la gracia que se encuentra en su corazón.”
Pero el Libro nos muestra más allá que Dios deseaba enseñarle a Job que hay defectos y manchas en su carácter que solo pueden ser vistas cuando se compara la gloria más perfecta de Su naturaleza divina. Sus amigos de Job buscaron probarle en falta y fracasaron; Dios se reveló y Job exclamó, “He aquí que yo soy vil; Por tanto me aborrezco, Y me arrepiento en polvo y ceniza.”
Con que frecuencia Dios nos quita nuestras consolaciones para que podamos amarlo por él mismo; Él revela nuestro ser tan pecaminoso para que apreciemos mejor su salvación en toda su plenitud.
F.B. Meyer
A perfect and an upright man.” Job 2:3
Even God spoke of Job as perfect. Not that he was absolutely so, as judged by the perfect standard of eternity, but as judged by the standard of his own light and knowledge.
He was living up to all the requirements of God and man, so far as he understood them. His whole being was open and obedient to the Divine impulses. So far as he knew there was no cause of controversy in heart or life.
Probably he could have adopted the words of the Apostle, “I know nothing against myself.” He exercised himself to have always a conscience void of offence toward God and man.
Satan suggested that his goodness was pure selfishness; that it paid him well to be as he was, because God had hedged him around and blessed his substance. This malignant suggestion was at once dealt with by the Almighty Vindicator of the saints.
It was as if God said, “I give thee permission to deprive him of all those favouring conditions, for the sake of which thou sayest he is bribed to goodness; and it shall be seen that his integrity is rooted deep down in the work of my grace upon his heart.”
But the book goes on to show that God desired to teach Job that there were flaws and blemishes in his character which could only be seen by comparing it with the more perfect glory of his own Divine nature. His friends sought to prove him faulty, and failed; God revealed himself, and he cried, “Behold, I am vile, and abhor myself, and repent in dust and ashes.”
How often God takes away our consolations, that we may only love Him for Himself; and reveals our sinfulness, that we may better appreciate the completeness of his salvation!
F.B Myer
Tuesday, September 19, 2006
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