Mucha paz tienen los que aman tu ley, Y no hay para ellos tropiezo.
Salmo 119:165
Si, un amor verdadero por el Gran Libro nos traerá la paz del gran Dios y será para nosotros una gran protección. Vivamos constantemente en la sociedad de la ley del Señor y producirá en nuestros corazones un descanso como ninguna otra cosa puede producir. El Espíritu Santo actúa como consolador a través de la palabra y envía más allá las influencias favorables que calman las tormentas del alma.
Nada es piedra de tropiezo al hombre que tiene la palabra de Dios morando abundantemente en él. Él carga su cruz diariamente y esa cruz llega a ser una delicia. Está preparado por la tormenta ardiente y no la ve como si fuera algo extraño, ni como si fuera algo que podría tumbarlo.
Tampoco no tropieza por la prosperidad-como pasa con muchos-ni aplastado por la adversidad-como ha pasado con muchos-porque vive mas allá de las circunstancias que siempre cambian en la vida externa.
Cuando su Señor pone delante de él alguna cosa misteriosa de la fe que hace a los demás clamar diciendo, “Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?” el creyente lo acepta sin cuestionar, porque sus dificultades intelectuales son vencidos por su sobrecogimiento de la ley del Señor, que es para él su autoridad suprema a la cual él se postra con mucho gozo. Señor pon en nosotros ese amor, esa paz y ese descanso hoy día.
Carlos Spurgeon
Great peace have they which love Thy Law: and nothing shall offend them” (Psalm 119:165)
Yes, a true love for the great Book will bring us great peace from the great God and be a great protection to us. Let us live constantly in the society of the law of the LORD, and it will breed in our hearts a restfulness such as nothing else can. The Holy Spirit acts as a Comforter through the Word and sheds abroad those benign influences which calm the tempests of the soul.
Nothing is a stumbling block to the man who has the Word of God dwelling in him richly. He takes up his daily cross, and it becomes a delight. For the fiery trial he is prepared and counts it not strange, so as to be utterly cast down by it.
He is neither stumbled by prosperity — as so many are — nor crushed by adversity — as others have been — for he lives beyond the changing circumstances of external life.
When his LORD puts before him some great mystery of the faith which makes others cry, “This is an hard saying; who can hear it?” the believer accepts it without question; for his intellectual difficulties are overcome by his reverent awe of the law of the LORD, which is to him the supreme authority to which he joyfully bows. LORD, work in us this love, this peace, this rest, this day.
- C.H. Spurgeon
Friday, September 22, 2006
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment