Juan 4:34
“Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra --les dijo Jesús.”
Las personas mas infelices en el mundo son las personas que viven pensando solo en si misma. Todo lo que hacen, lo hacen por su propio bien. Para estas personas egocéntricas, la cosa más preciosa en el mundo es su propio ser. Como un cáncer que come y destruye sus propias células, la persona egocéntrica está muriéndose internamente poco a poco.
A veces estos individuos egocéntricos enmascaran su preocupación por su bienestar mental y física insistiendo que es “para la familia”. Están cegados por los placeres y comodidades de este mundo y solo buscan gratificar a si mismos mientras acaparan sus cosas lujosas en sus hogares. Cegados a la verdad de la eternidad, no pueden ver sus necesidades verdaderas ni las necesidades de los que los rodean.
A veces por sentirse culpable hacen “algo bueno” pero cuando lo hacen es con un ojo fijado en la gloria que va a tener su nombre y la alabanza, influencia y poder que esperan recibir por el acto. Si estas glorias no les siguen la persona egocéntrica que hace buenas obras se vuelve insolente, molesto e infeliz. La amargura reemplace el gozo porque mientras que las obras eran buenas el motivo interno era corrupto.
¡Que tal cambio cuando llegamos poner a Jesús en el centro de nuestras vidas-cuando podemos decir honestamente, “Señor, me gusta hacer todo lo que a ti, te agrada!” Nuestra prioridad no debe ser gozo propio ni nuestra felicidad, sino la voluntad de Dios, Su nombre, Su causa. Haciendo lo que hacemos por el amor de Dios hace toda la diferencia en el mundo. Entonces sin buscarlo, el gozo y la felicidad nos siguen.
Es bueno preguntarnos a nosotros mismos, “¿Por qué hago lo que estoy haciendo?” y “¿Por qué no estoy haciendo las cosas que sé necesitan ser cumplidas?” “No hay gozo en mi corazón y estoy vacío aún haciendo cosas buenas ¿Por qué?”Es muy probable que la respuesta sea: que no estamos haciendo las buenas obras para la gloria de Dios sino para nuestro propio placer. Es posible, como alguien ha sugerido, estar sirviendo en la casa de Dios olvidándonos del Señor de la casa. “para mi, el vivir es Cristo,” escribió el Apóstol Pablo. Dijo que hacía todo “por tu causa.” Que hoy día y siempre, vivamos para hacer todo para “Su Causa”.
K.P. Yohannan
“Jesus said to them, ‘My food is to do the will of Him who sent Me, and to finish His work.’” - John 4:34
The most unhappy people in the world are the ones who live only for themselves. All that they do, they do only for their own sake. For these self- centered individuals, the most precious things in the world is their “self.” Like a cancer that eats and destroys its own cells, the self-centered individual is slowly dying inwardly.
Sometimes these self-centered individuals mask their concern for their own physical and mental welfare by insisting that it is for “their family.” They are blinded by the pleasures and comforts of this world, and seek only to gratify themselves as they hoard luxuries within their households. Blinded to the truth of eternity, they cannot see either their own true needs or the needs of the multitudes around them.
Sometimes, out of guilt, they will “do something good.” But when they do, it is with one eye toward the glory that will come to their name, and the praise, influence and power that will hopefully follow. And if these glories do not follow, the self-centered “do-gooder” then becomes insolent, upset and unhappy. Bitterness replaces joy, because while the deeds were good, the inner motive was corrupt.
But what a change when we come to the place in our life when we put Jesus in the center–when we can honestly say, “Lord, for thy sake I am glad to do all that pleases you.” Our priority must not be our own joy and happiness, but God’s will, His name, His cause. Doing anything we do for His sake makes all the difference in the world. Then, without seeking it, the joy and happiness follow.
It is well to ask ourselves, “Why am I doing what I do. And why am I not doing some things I know need to be done? Why is there no joy in my heart and I feel empty, even doing good?” The answer could very well be this: our good works are no longer being done for His sake, but for our own pleasure. It is possible, as someone suggested, to be serving the house of God and to have forgotten the Lord who is Master of the house. “For me to live is Christ,” wrote the Apostle Paul. He said he did all things; “For Thy Sake.” May we this day–and always–live to do all things for His
- K.P. Yohannan
Wednesday, September 06, 2006
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