Wednesday, February 28, 2007

Corriendo...Caminando Running...Walking


“Porque ningún varón en el cual haya defecto se acercará; varón ciego, o cojo, o mutilado, o sobrado…” Levítico 21:18

Cuando fui más joven participé en un equipo deportivo de mi colegio. Fue un equipo de carrera atravesando el campo. Disfruté la experiencia pero me di cuenta que era un deporte solitario. Los compañeros, o corrían más rápido o más lento. Terminas corriendo solo. Antes de que naciera nuestros hijos Betty y yo a veces salíamos a caminar. Lo bueno de caminar es que puedes hacer un buen ejercicio, que es mejor para las rodillas que correr, y puedes conversar con alguien a la vez. Aprecio poder caminar en estos tiempos porque me permite pasar tiempo con el Señor.

Vemos aquí en Levítico que el cojo no puede servir en el tabernáculo. Mencioné algo importante ayer. Lo que vemos en lo físico en el Antiguo Testamento se aplica en el Nuevo Testamento en una forma espiritual. Si no podemos caminar físicamente, existen muchos lugares inaccesibles para nosotros. No podemos mantenernos al ritmo o mantener contacto con los demás. Una de las cosas que me encanta del Señor es que si somos Sus hijos, si, podemos caminar con Él. La pregunta es si lo haremos o no.

Hablando espiritualmente, siempre tiendo a uno de dos extremos. O quiero correr y adelantarme del Señor o quiero tomar un asiento y no moverme. Cuando corro adelante me agoto y me quedo frustrado. Termino molesto y asado por gusto. Cuando tomo un asiento me pongo perezoso y flojo. Me quejo porque veo que no pasa nada con mi vida, o con el ministerio, etc. Los dos lados me hacen sentir que he desviado y que estoy lejos del Señor. El Señor no nos llama a correr y no nos llama a caminar adelantado, ni atrás. Nos llama a caminar al mismo ritmo con Él. Caminar con el Señor es la experiencia mas pacifica y agradable que hay esta vida. Tomemos tiempo para caminar con Él hoy día.



Leviticus 21:18
‘For any man who has a defect shall not approach: a man blind or lame, who has a marred face or any limb too long,
[1]

When I was younger I was on our school’s cross country team one year. I enjoyed it to a point but one thing I noticed was that it’s a pretty solitary sport. Your teammates either run faster or slower than you do. You really end up running alone. Before our children were born Betty and I used to go for walks on occasion. The great thing about walking is that you can still get some good exercise, it’s easier on the knees, and you can actually talk to someone while you do it. I really appreciate being able to walk because it allows me to spend time with the Lord these days.

We see here in Leviticus that the man that can’t walk, the lame man can’t serve in the tabernacle. I mentioned yesterday that what we see in the physical in the Old Testament applies in our spiritual lives in the New Testament. If we can’t walk physically we can’t get to a lot of places. We can’t keep up with those around us. One of the things I love about the Lord is that if we’re His children we all have the capacity to walk with Him. The question is whether we will do it or not.

Spiritually speaking I’m always tempted to one of two extremes. I either want to run ahead of the Lord, or sit down and not move. When I run ahead I get all tired out and frustrated. I get all hot and bothered for nothing. When I sit and do nothing I get sluggish and lazy. I complain because my life, the ministry or whatever isn’t going anywhere. On both occasions I sense that I have strayed from the Lord. Ministry for us as Christians means keeping in step with the Lord. The Lord doesn’t call us to run and He doesn’t call us to walk ahead of Him or behind Him. He calls us to walk with Him. Walking with the Lord is about the most peaceful and enjoyable thing you can do in this life. Take time to go for a walk with Him today.
[1]The Holy Bible, New King James Version, (Nashville, Tennessee: Thomas Nelson, Inc.) 1982.

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