The Worship of Tears
1Six days before the Passover celebration began, Jesus arrived in Bethany, the home of Lazarus--the man he had raised from the dead. 2A dinner was prepared in Jesus' honor. Martha served, and Lazarus was among those who ate with him. 3Then Mary took a twelve-ounce jar of expensive perfume made from essence of nard, and she anointed Jesus' feet with it, wiping his feet with her hair. The house was filled with the fragrance. 4But Judas Iscariot, the disciple who would soon betray him, said, 5"That perfume was worth a year's wages. It should have been sold and the money given to the poor." 6Not that he cared for the poor--he was a thief, and since he was in charge of the disciples' money, he often stole some for himself.
John 12:1-6
We always find her at His feet. In Luke 10, she receives a scolding from her sister for sitting at Jesus' feet. In John 11 she collapses at His feet when He comes to deal with the death of her brother Lazarus. In the passage above, she is there once more, wetting His feet with her tears. And finally, after the Resurrection of Jesus, we see her holding onto Him for joy. Though there is no specific word about His feet, when Jesus says, "You don’t have to hold on to me, I haven't ascended to my Father yet," I believe John assumes we understand that she has fallen once more and is clinging to His feet.
We sometimes speak of worship as "coming to the feet of Jesus," but we don't tend to bring what Mary brought as her offering. In Luke, it is her curiosity and willingness to learn. At the death of Lazarus, it is her disappointment she brings. At the supper, her sorrows are what she has brought, along with the perfume. And finally in the garden, it is first her confusion and then her relief.
Wouldn't you like to be known as the person who is always at the feet of Jesus? Look at what Mary brought. Look now at what you have to bring.
La Alabanza de lágrimas
Juan 12:1-6
Seis días antes de la Pascua llegó Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien Jesús había resucitado. Allí se dio una cena en honor de Jesús. Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban a la mesa con él. María tomó entonces como medio litro de nardo puro, que era un perfume muy caro, y lo derramó sobre los pies de Jesús, secándoselos luego con sus cabellos. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume. Judas Iscariote, que era uno de sus discípulos y que más tarde lo traicionaría, objetó: ¿Por qué no se vendió este perfume, que vale muchísimo dinero,* para dárselo a los pobres? Dijo esto, no porque se interesara por los pobres sino porque era un ladrón y, como tenía a su cargo la bolsa del dinero, acostumbraba robarse lo que echaban en ella.
Ella siempre está a los pies del Señor. En Lucas 10 ella es regañada por su hermana porque había tomado su asiento a los pies de Jesús. En Juan 11 cae a sus pies cuando él llega a tratar con la muerte de su hermano Lázaro. En el pasaje arriba, allí está ella de nuevo, mojando los pies de Jesús con sus lágrimas. Al final la encontramos después de la resurrección de Jesús, la vemos agarrando a Jesús y llena de gozo. Aunque en esta oportunidad el pasaje no menciona sus pies específicamente, cuando Jesús le dice, “No tienes que agarrarme, no he ascendido a mi Padre todavía,” yo creo que Juan asume que entendemos que ella ha caído una vez mas y está agarrada a los pies de Jesús otra vez.
A veces cuando hablamos de la alabanza y adoración hablamos de estar “a los pies de Jesús” pero no tendemos a traer lo que trajo María como ofrenda. En Lucas, es su curiosidad y disponibilidad a aprender. Cuando Lázaro falleció trajo desilusión. En la cena había traido sus penas con perfume. Al final en el jardín, primero trae su confusión y luego su alivio.
¿No te gustaría ser conocido como la persona que siempre está a los pies de Jesús? Mira lo que trajo María. Ahora mira lo que tú puedes traer.
Monday, August 28, 2006
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