Thursday, June 01, 2006

A.W. Tozer

El Ministerio de La Noche

Si Dios te ha seleccionado como un objeto especial de Su gracia debes esperar que él te honre con disciplinas mucho mas estrictas y con sufrimiento mayor que los que tiene, menos favor están llamados a sufrir.

Ya voy a anticipar la objeción de la persona que diría, “Dios no tiene personas especiales entre Sus hijos.” Las sagradas escrituras y la historia cristiana concuerdan a mostrar que si, tiene. Una estrella se distingue de la otra en la gloria entre los santos en la tierra tal como entre los del cielo. Sin duda las diferencias existen. Si son por el decreto de Dios o por su conocimiento de antemano según el grado de la receptividad que El encontrará entre sus hijos no estoy preparado a proclamar con certeza aunque tiendo al último punto de vista.
Si Dios comienza a hacerte un cristiano no usual no es probable que El sea tan gentil contigo como lo pintan los maestros populares. El escultor no usa las herramientas de manicura para reducir el mármol crudo y sin forma a una cosa de belleza. La sierra, el martillo y el cincel son herramientas crudas pero sin ellas la piedra áspera quedaría sin forma y sin belleza para siempre.
Para hacer su obra de gracia suprema en ti El, quitará de tu corazón todo lo que amas más. Todo en lo que confías se tendrá que ir. Montones de ceniza quedarán donde tus tesoros mas preciosos estaban antes.
Eso no es para enseñar el poder santificador de la pobreza. Si ser pobre haría a los hombres santos cada pobre sentado en la banca fuera santo pero Dios sabe el secreto de extraer cosas de nuestros corazones que todavía siguen siendo importantes para nosotros. Lo que El hace es impedir que disfrutemos de ellas. Nos permite tenerlas todavía pero nos hace psicológicamente incapaces de dejar a nuestro corazón correr con ellas. Entonces llegan a ser útiles sin ser dañinas.
Dios logrará todo eso al costo de los placeres comunes que hasta aquel momento nos mantenían y nos daban una vida con garra. Ahora bajo el cuidado del Espíritu Santo tu vida llega a ser seca y sin sabor y en cierta forma una carga para ti. En este estado existirás solo por un deseo ciego de vivir. No encontrarás la dulzura interna que disfrutabas antes. La sonrisa de Dios estará retraída o escondida de tus ojos. Entonces aprenderás lo que es la fe y la lección será dura pero será el único camino abierto para ti. Aprenderás que la fe verdadera se encuentra en la voluntad y el gozo indescriptible de que habla el apóstol no es la fe sino el fruto que llega a la madurez muy lentamente. Aprenderás que los gozos espirituales del presente vienen y se van sin alterar tu estado espiritual y sin afectar tu posición espiritual como hijo verdadero del Padre Celestial. Aprenderás también y probablemente será sorprendente para ti, que es posible vivir con la conciencia limpia delante de los hombres y Dios sin experimentar la paz y el gozo de que hablabas como un cristiano inmaduro. El tiempo que te quedarás en la noche del alma así dependerá de varios factores algunos de los cuales podrás identificar mas tarde. Otros quedarán con Dios completamente escondidos de ti. Las palabras, “Tuyo es el día, tuya también es la noche” serán interpretadas para ti por el mejor de los maestros, el Espíritu Santo. Conocerás por experiencia propia la bendición que es el ministerio de la noche.
La capacidad del hombre de vivir sin gozo tiene un límite. Hasta Cristo solo pudo aguantar la cruz por el gozo puesto delante de él. El fiero más fuerte fractura si es bajo la tensión demasiado tiempo. Dios sabe exactamente cuanta presión cada uno de nosotros podemos aguantar. El sabe por cuanto tiempo podemos aguantar la noche y entonces nos da alivio. Primero nos da vislumbres de la estrella de la mañana y luego nos da la luz mas completa que viene en la mañana.
Poco a poco descubrirás el amor de Dios en medio de tu sufrimiento. Tu corazón comienza a aprobar todo el asunto. Aprenderás solito lo que todas las escuelas en el mundo no te podrían enseñar-la acción sanadora de la fe sin mantener el placer. Sentirás y entenderás el ministerio de la noche, su poder de purificar, separar, humillar, a destruir el temor a la muerte y lo que es más importante para ti en el momento, el temor a la vida. Aprenderás que a veces el dolor puede lograr lo que el gozo no puede hacer. Por ejemplo revelar la vanidad de las cosas insignificantes de este mundo. El sufrimiento puede llenar tu corazón con el deseo de la paz del cielo.
Lo que estoy escribiendo aquí no es nada original. Ha sido descubierto de nuevo por cada generación de cristianos que son buscadores. Es casi un cliché de la vida profunda pero tenemos que decirlo frecuentemente a esta generación de creyentes y con énfasis porque el tipo de cristianismo que está de moda ahora no incluye nada tan serio y difícil como esto. La búsqueda del cristiano moderno es la búsqueda da la paz mental y el gozo espiritual y a un cierto grado de la prosperidad material añadida como algo “extra” como si fuera una prueba externa del favor divino.
Algunos van a entender eso pero aún si el grupo es relativamente pequeño ese grupo va a y constituir el núcleo de los santos practicantes que será tan importante y necesario si en esta hora tan seria el cristianismo del nuevo testamento sobrevivirá hasta la generación venidera.
A.W. Tozer de su libro, “That Incredible Christian” (El Cristiano Increíble.)


The Ministry of the Night — A. W. Tozer

If God has singled you out to be a special object of His grace you may expect Him to honor you with stricter discipline and greater suffering than less favored ones are called upon to endure.
And right here let me anticipate the objection someone is sure to raise, viz., that God has no "specials" among His children. The Holy Scriptures and Christian history agree to show that He has. Star differs from star in glory among the saints on earth as well as among the glorified in heaven. Without question the differences exist; but whether they are by the decree of God or by His foreknowledge of the degree of receptivity He will find among His children I am not prepared to say with certainty, though I would lean strongly to the latter view.
If God sets out to make you an unusual Christian He is not likely to be as gentle as He is usually pictured by the popular teachers. A sculptor does not use a manicure set to reduce the rude, unshapely marble to a thing of beauty. The saw, the hammer and the chisel are cruel tools, but without them the rough stone must remain forever formless and unbeautiful.
To do His supreme work of grace within you He will take from your heart everything you love most. Everything you trust in will go from you. Piles of ashes will lie where your most precious treasures used to be.
This is not to teach the sanctifying power of poverty. If to be poor made men holy every tramp on a park bench would be a saint. But God knows the secret of removing things from our hearts while they still remain to us. What He does is to restrain us from enjoying them. He lets us have them but makes us psychologically unable to let our hearts go out to them. Thus they are useful without being harmful.
All this God will accomplish at the expense of the common pleasures that have up to that time supported your life and made it zestful. Now under the careful treatment of the Holy Spirit your life may become dry, tasteless and to some degree a burden to you. While in this state you will exist by a kind of blind will to live; you will find none of the inward sweetness you had enjoyed before. The smile of God will be for the time withdrawn, or at least hidden from your eyes. Then you will learn what faith is; you will find out the hard way, but the only way open to you, that true faith lies in the will, that the joy unspeakable of which the apostle speaks is not itself faith but a slow-ripening fruit. of faith; and you will learn that present spiritual joys may come and go as they will without altering your spiritual status or in any way affecting your position as a true child of the Heavenly Father. And you will also learn, probably to your astonishment, that it is possible to live in all good conscience before God and men and still feel nothing of the "peace and joy" you hear talked about so much by immature Christians. How long you continue in this night of the soul will depend upon a number of factors, some of which you may be able later to identify; while others will remain with God, completely hidden from you. The words "The day is thine, the night also is thine" will now be interpreted for you by the best of all teachers, the Holy Spirit; and you will know by personal experience what a blessed thing is the ministry of the night.
But there is a limit to man's ability to live without joy. Even Christ could endure the cross only because of the joy set before Him. The strongest steel breaks if kept too long under. unrelieved tension. God knows exactly how much pressure each one of us can take. He knows how long we can endure the night, so He gives the soul relief, first by welcome glimpses of the morning star and then by the fuller light that harbingers the morning.
Slowly you will discover God's love in your suffering. Your heart will begin to approve the whole thing. You will learn from yourself what all the schools in the world could not teach you—the healing action of faith without supporting pleasure. You will feel and understand the ministry of the night; its power to purify, to detach, to humble, to destroy the fear of death and, what is more important to you at the moment, the. fear of life. And you will learn that sometimes pain can do what even joy cannot, such as exposing the vanity of earth's trifles and filling your heart with longing for the peace of heaven.
What I write here is in no way original. This has been discovered anew by each generation of Christian seekers and' is almost a cliche of the deeper life. Yet it needs to be said to this generation of believers often and with emphasis, for the type of Christianity now in vogue does not include anything as serious and as difficult as this. The quest of the modern Christian is likely to be for peace of mind and spiritual joy, with a good degree of material prosperity thrown in as an external proof of the divine favor.
Some will understand this, however, even if the number is relatively small, and they will constitute the hard core of practicing saints so badly needed at this serious hour if New Testament Christianity is to survive to the next generation.
A. W. Tozer, from the book "That Incredible Christian"

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